



El proyecto nace como consecuencia directa del lugar en el que se asienta, haciendo referencia tanto al entorno más inmediato -las praderas y huertos cercanos, los grupos de árboles, la pequeña iglesia,... ámbitos de estancia menudos y recogidos- como a las lejanas visiones de la ría, de los montes, del cielo, de las islas, abarcando visual y simbólicamente el bello paisaje gallego desde la tierra al mar.
El edificio se divide en tres elementos diferenciados:
- El zócalo de hormigón fundido con el terreno, que se entiende como continuación de las praderas en una nueva topografía y que crea un nuevo plano de relación y estancia: una cubierta vegetal con marcado carácter ecológico.
- La sala principal concebida como un volumen matérico, cálido, de textura escamada, cuyo revestimiento de contrachapado de madera hace referencia a los bosques de los montes cercanos.
- El volumen de la biblioteca y aulas, pensado como un faro, un mirador, una tersa y ligera caja cuyo revestimiento a base de policarbonatos transparentes y translúcidos refleja la luz del sol, los colores del atardecer, la forma de las nubes, el gris de la lluvia,... fundiéndose con el cielo.
Pensamos que el concepto de plaza de toros convencional ha quedado obsoleto. La nueva sociedad adopta nuevas necesidades, de manera que optamos por un nuevo concepto de plaza polivalente y flexible, que en cierto modo también entronca con el pasado y recupera el origen histórico de la plaza mayor de todos los pueblos, lugar de reunión y encuentros donde también se celebraban los eventos taurinos, fiestas, ferias y bailes.
Una inversión de este calibre debe posibilitar el uso del recinto no sólo para los aficionados taurinos sino también para congresos, conciertos, teatro, cine de verano, deportes,... Además la temporada taurina es de una enorme estacionalidad (únicamente en ferias, fiestas patronales y tardes eventuales) y la condición de espacio multifuncional facilitaría su uso a lo largo de todo el año, convirtiéndose en un posible foco cultural para la Comunidad.
La plaza se dispone de manera no homogénea, ya que la disposición centralizada convencional sólo es rentable para ciertos usos. Se descentran un gran número de localidades en forma de abanico -apareciendo una nueva focalización hacia un posible escenario y garantizando una buena acústica- sin penalizar su uso como plaza de toros convencional. De hecho se rentabiliza el número de localidades de venta a la sombra, ya que si en una plaza normal es del 50% en esta disposición es del 75%, además todas las localidades de sol se compensan con una posición muy cercana al ruedo.
El esquema funcional del recinto es claro, con un eje principal Este-Oeste que liga la puerta grande (zona de público) con la puerta de toriles (zona de servicio y usos privados). Las puertas de cuadrillas y de arrastre conforman un tridente visible frontalmente desde la presidencia y palco de honor.
El área de público se compone por una galería anular en dos alturas que forma un espacio visible y permeable desde el exterior, entendido como prolongación del parque. El cerramiento de este espacio a base de una malla metálica aparece o desaparece en función de la luz, provocando atractivos efectos espaciales dotando al edificio del carácter y misterio que todo edificio de estas características necesita. Por la noche la iluminación de la galería vista desde el exterior a través de la malla evanescente convertirá la plaza en un llamativo fanal de luz difusa.
La galería en planta baja conforma el vestíbulo de acceso, con conexión a los servicios y zona comercial, mientras que en la zona superior el anillo se completa formando un recorrido de distribución y descanso del público, apareciendo áreas libres para posible localización de prensa y minusválidos. La distribución del público se realiza de manera clara y sencilla tanto en el acceso a tendidos como en la evacuación a través de una conexión directa entre vomitorios, escaleras y puertas exteriores.
La sede de la FRMP se concibe como un agente urbanizador que aprovecha un lugar privilegiado. Así, el proyecto presenta un volumen poliédrico revestido con chapa de cobre, que aborda de manera particular su interacción con la ciudad en cada contexto. Es un edificio que reacciona a su entorno, a las diferentes sensaciones que su situación le provoca. La piel exterior conforma un volumen vivo, lleno de matices y reflejos, en el que la pátina del cobre ira fundiendo el edificio con el río y la vegetación.
Las plantas se horadan adquiriendo un esquema en U, cada una de ellas abierta hacia una orientación dando la espalda a la ruidosa avenida. En planta baja el edificio acoge al visitante abriéndose al parque entendido como gran plaza de entrada, además permite, a través de los reflejos de su superficie facetada, que el parque entre y forme parte del edificio. La planta primera se abre hacia el río. Así los espacios principales de comunicación quedan en relación directa con la vegetación, el agua y el puente colgante, y también lo reflejan haciendo que el edificio forme parte del paisaje y el paisaje del edificio.
A parte de estas dos grandes concavidades de vidrio, la piel de cobre se entiende como un muro cerrado, que se pliega, se abre puntual y selectivamente de modo que aparecen balcones, quiebros y pequeñas aberturas en puntos escogidos que dan vistas parciales del jardín trasero, de la glorieta o del río. Así desde la avenida el edificio se percibirá como una atractiva presencia enigmática, encerrado sobre sí mismo.
Las funciones públicas del programa se desarrollan en la planta baja en un espacio visual fluido. Por un lado las oficinas abiertas de atención al público, y por el otro la gran sala multiusos, con capacidad hasta para 300 personas. Ésta se entiende como un espacio multifuncional con posibilidad de uso independiente del resto del edificio, en el que puedan realizarse conferencias, exposiciones, congresos, cursos, eventos multimedia, etc. Es un gran espacio diáfano abierto al patio de acceso y con una grieta visual hacia el río. Mediante unos tabiques móviles la sala podría subdividirse en tres espacios más pequeños y más acordes para otros usos.
El gran vacío junto a la escalera divide la planta primera espacial y funcionalmente. A un lado la zona semipública con las salas de juntas y la biblioteca; al otro la zona más privada con los despachos de los grupos políticos, el del jefe administrativo, y el del presidente con sus correspondientes secretarías.
En el, se producen quiebros y aberturas que permiten visión del exterior en puntos escogidos, pero presenta eminentemente un volumen cerrado recuerda a formas cristalinas.
El edificio huye del concepto de bloque residencial convencional, planteando una reflexión sobre la seriación y multiplicación de unas mismas tipologías de vivienda de manera lineal y en superposición, de manera que no crean sólo un edificio sino un nuevo paisaje, un organismo flexible que se amolda y adapta a los condicionantes que afectan al solar:
La forma plegada del volumen continúa la ciudad respetando las alineaciones principales de las calles, pero se quiebra para permitir el paso de las nuevas zonas verdes planteadas en el plan especial: se crean ámbitos cerrados semipúblicos, más privados, humanos y habitables, microclimas de luces y sombras, vegetación, jardines, corrientes de brisa..., espacios de la comunidad donde se potencian las relaciones vecinales. Los espacios intersticiales son así tan importantes como los construidos.
El edificio se vacía y horada en ciertos puntos creando fugas visuales y funcionales, flujos de gente, de luz y de aire.
El pliegue edificado también crece en altura para dialogar con el entorno, creando un nexo de unión visual y formal entre los pequeños bloques del norte y las altas torres al sur.